Como el pasado año, la sección de colaboradores, mediante un cuento de Navidad, quiere desear a los cofrades y simpatizantes de esta página web, una muy feliz Navidad y venturoso año nuevo.
El cuento corresponde al escritor agustino Enrique A. Eguiarte Bendímez.
Todos conocemos lo que sucedió en la primera Navidad, ya que los evangelistas Mateo y Lucas nos lo relatan con fidelidad. De este modo sabemos que un ángel se apareció a los pastores para anunciarles el alegre mensaje del nacimiento de Cristo en Belén (Lc 2,10), y después del anuncio, se apareció para alabar a Dios diciendo: “Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad”.
Los pastores entonces fueron a toda prisa a adorar al Salvador. Y es aquí donde comienza nuestra historia. Todos los pastores, después de haber visto al ángel, corrieron gozosos junto con sus rebaños hacia Belén para adorar a Jesús. Unos a otros le preguntaban qué le podrían llevar al niño y decían:
Yo le llevaré estos corderitos que acaban de nacer.
Pues yo, dijo otro, le llevaré un poco de queso y miel.
Otro comentaba mientras iba caminando con gozo: Yo le cantaré la canción más bonita al son del mejor de mis panderos.
Y el pastor, Macario, protagonista de nuestra historia, les decía a los demás: Pues yo le llevaré esta hermosa piel para que no pase frío en estas heladas noches de invierno. Y así, entre cantos y alegría, con el balido de sus ovejas y rebaños, los pastores iban hacia Belén. Cuando ya faltaban pocos kilómetros, el alegre grupo de pronto perdió el camino y como había caído una tiniebla muy espesa, los pastores no veían el cielo ni las estrellas y no sabían dónde estaba Belén. Caminaron un momento sin saber hacia dónde iban y de pronto se detuvieron, diciéndose unos a otros:
Ya estábamos cerca de Belén y de pronto esta niebla nos ha impedido seguir el camino. ¿Qué hacemos?
Sigamos en esta dirección, dijo el pastor Facundo, señalando hacia un lado.
No, le dijo el pastor Romualdo, pues esa es la dirección de la que hemos venido.
Sigamos adelante por aquí, dijo el pastor Nemesio, señalando otra dirección.
Y en seguida el pastor Nicasio le dijo: No, te equivocas, en esa dirección nos alejaremos de Belén.