Las cámaras fotográficas y los vídeos iban almacenando a los más diversos grupos de personas, que como los mejicanos, siempre iban en gran cantidad cantando las mañanitas, o los europeos con sus respectivas canciones creadas para la ocasión, igual que los africanos y del resto de países. Llamaban mucho la atención los orientales que siempre estaban posando para ser retratados por todos. Contentos y tan iguales, que si cambiaban de sitio en la fotografía, no se notaba. Libaneses, coreanos y de los países más extraños, y por lógica, muchísimos italianos, franceses, alemanes y polacos.
Todo esto daba un tono festivo y espectacular a los sentídos como para nunca olvidarlo, y consegía que todo el mundo sintiera esa necesidad de colaborar en aquel importantísimo acontecimiento. Una simple vivencia en un restaurante deja bien clara la actitud que cada cual tenía en aquellos días: Fue en la terraza de un elegante restaurante muy cerca del Palacio Real a donde llegaron tres chicos mejicanos que, de la forma más ingenua se sentaron en una mesa que quedaba vacía, sacaron unos bocadillos liados en papel de aluminio, unos vasos de plástico con refrescos y bajo el fresco de unos de esos artilugios que pulverizan agua, se dieron su particular festín. Una vez terminado se fueron saludando a todos los que permanecíamos allí, incluido al camarero, que los despidió con la misma cortesía que a los que nos había de cobrar un poco más tarde, una facturilla nada despreciable.
Generalmente, los que no vivimos en Madrid tenemos un punto de referencia para orientarnos, que es la Puerta del Sol, y unas cuantas calles que nos sirven para desplazarnos a los distintos lugares. En este caso no era necesario. Independientemente de que había un voluntariado preparadísimo, solo tenías que seguir a la marea humana para llegar a donde había previsto un acontecimiento, ya que todos íbamos al mismo sitio.
La llegada del Papa fué impresionante. Nadie podía pensar que existiera esa conexión entre los jóvenes y Su Santidad, más aún teniendo en cuenta el reciente fallecimiento del anterior Papa, del que sabida es la atracción que tenía para la juventud. Benedicto XVI estuvo extraordinario en todos sus sentidos, él fue quien más insistió en recordar al Beato Juan Pablo II, como ejemplo a seguir por todos.
Es irresistible hacer un artículo de este tipo sin mencionar lo expuesto anteriormente, pero lo que más nos concierne a los Cofrades es la concentración de Imágenes de Semana Santa para el Magno Vía Crucis, que es a lo que vamos a continuación:
S.S. Benedicto XVI hizo una recorrido por todas las Imágenes que en sus respectivos tronos esperaban para dicho Vía Crucis de las Hermandades de Semana Santa. La Cruz fue pasando de unas manos a otras durante las distintas estaciones. Los tronos estaban montados desde el día antes en unos baldaquinos diseñados para la ocasión a lo largo del Paseo de Recoletos. Habían estado expuestos en Iglesias y otros centros oficiales durante varios días, con asistencia masiva de visitantes. Ahora tocaba procesionarlos por Madrid.
I Estación: La Santa Cena (1763, Francisco Salzillo) Murcia.
II Estación: Beso de Judas (1963, Castillo Lastrucci) Prendimiento, Málaga.
III Estación: Negaciones de San Pedro (1958, Collaut-Valera) Orihuela.
IV Estación: Jesús Sentenciado a Muerte (1925, Escuela Sevillana de Juan de Mesa) Cristo de Medinaceli, Madrid.
V Estación: Jesús cargado con la Cruz (1942, Rodríguez y Fernández-Andes) Jesús del Gran Poder, Madrid.
VI Estación: Jesús cae bajo el peso de la Cruz (1942, Mariano Benlliure) Cristo de la Caída, Úbeda.
VII Estación: El Cirineo ayuda a llevar la Cruz (1630, Anónimo atribuido a la Escuela Castellana) León.
VIII Estación: La Verónica enjuga el rostro de Jesús (1957, Pinto Berraquero) Jerez de la Frontera.
IX Estación: Jesús despojado de sus vestiduras (1986, Ramos Corona) Granada.
X Estación: Jesús clavado en la Cruz (1885, Álvarez Moretón) La Crucifixión, Zamora.
XI Estación: Jesús muere en la Cruz (1942, Palma Burgos) Cristo de la Buena Muerte, Málaga).
XII Estación: El descendimiento (1945, Marcos Pérez) Santísimo Cristo de la Salud, Cuenca.
XIII Estación: Jesús en brazos de su madre (1925, Gregorio Fernández) La Quinta Angustia, Valladolid.
XIV Estación: Jesús es sepultado (1625, Gregorio Fernández) Cristo Yacente, Segovia.
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