Si atendemos al dicho “Dichoso mes que, empieza con los Santos y acaba con San Andrés” resulta que no es para tanto sino todo lo contrario. El día de los Santos cuyo nombre concreto es El Día de Todos los Santos, debe considerarse un gran día festivo aunque, irremediablemente, esté tan relacionado con el de los difuntos. El Día de Todos los Santos celebra la gloria de los hijos de la Iglesia que ya han alcanzado el Cielo, y viene celebrándose desde los tiempos de la Iglesia primitiva. En los principios del Cristianismo era una constante la persecución y martirio de los seguidores de nuestra religión. Los cristianos tenían por costumbre solemnizar el aniversario de la muerte de los mártires por Cristo en el lugar donde fueron martirizados, pero era frecuente que grupos de personas sufrieran el martirio el mismo día, sobre todo en la persecución de Diocleciano, que fueron tantos los mártires, que no había días suficientes para asignarlos a cada uno de ellos. La Iglesia, que no quería que quedara ninguno sin venerar, señaló un día común para todos ellos. Así quedó instituido para lo sucesivo.
Habiendo tantos santos como no podemos hacernos la idea, ustedes dirán que ¿cómo en el título se ha escrito santitos? La respuesta es bien sencilla, ya que a ambos lados de nuestra Virgen de los Dolores, en sus respectivas ménsulas junto a su altar desde hace ya muchos años, hay dos pequeñas imágenes de santos que por su tamaño o por cariño se le suele nombrar de esa forma. Estas imágenes son las de Santa Teresita del Niño Jesús y San Rafael Arcángel.
No sabemos de momento, cual es el motivo de que sean estos santos los que ocupen este lugar preferente junto a la Virgen. Sí sabemos que anteriormente a ellos hubo otros de los que ya hablaremos en otra ocasión. Lo que sí es cierto es que forman parte integrante de nuestro altar y nuestra cofradía, y ese es el motivo por el que le vamos a dedicar este artículo con ocasión del día de Todos los Santos.
Son dos santos como tantos otros pero, haciendo un comentario no muy correcto tratándose de temas supremos como es la santidad, diríamos que son dos de los grandes en categoría. La primera es junto a nuestra Santa Teresa de Ávila, Santa Catalina de Siena y la recientemente nombrada Santa Hildegard von Bingen, una de las cuatro doctoras de la Iglesia. San Rafael, junto con San Gabriel y San Miguel, es uno de los arcángeles importantes.
Santa Teresita del Niño Jesús o Teresa de Lisieux, nace en Alençon (Francia) el 2 de enero de 1873 y muere en Lisieux (Francia) el 30 de septiembre de 1897. Solo vivió 24 años. A pesar de los pocos años vividos dejó importantes obras escritas demostrando un extraordinario interés por lo espiritual, teológico y hasta antropológico. También dejó escritas cartas, poemas religiosos y obras teatrales, destacando el libro “Historia de un alma”. Con solo 14 años tomó la decisión de convertirse en religiosa, cosa que hizo posteriormente ingresando en las Carmelitas Descalzas. Fue declarada Santa de las misiones pese a no haber abandonado nunca el convento y es patrona de Francia junto con Santa de Juana de Arco. En 1997, el Papa Juan Pablo II hizo de ella la 33° Doctor de la Iglesia, y es conocida como la «Doctora del Amor».
El Arcángel San Rafael, es uno de los espíritus celestiales que, gozando de la beatífica y eterna presencia de Dios, se nos han manifestado nominalmente; fue enviado por divina dignación para destacar hechos importantes de protección. Su nombre significa medicina de Dios. Es uno de les tres santos mílites de la corte celestial que nominalmente venera la Santa Madre Iglesia y destaca como digno de veneración particular.
Su historia está referida en el Libro de Tobías del Antiguo Testamento donde Rafael fue enviado por Yaveh para acompañar a Tobías, hijo de Tobit, en un largo y peligroso viaje para conseguirle una esposa piadosa al joven. La aventura es muy extensa y ocuparía mucho espacio resultando el artículo demasiado largo.
Apodado Patrón de los Peregrinos, es venerado por la Iglesia Católica, la Iglesia Ortodoxa y la Iglesia copta. Sus atributos son como peregrino, un bastón y una calabaza, además de un pescado. Tanto el bastón como la calabaza y el pescado proceden del viaje que hizo con Tobías y que ha quedado reflejado anteriormente.
Ha quedado dicho que estos, nuestros santos, están permanentemente en la Iglesia junto a la Virgen y si han abandonado ese lugar ha sido para ocasiones especiales. En algunos casos han sido expuestos en el altar que nuestra cofradía suele montar para el día del Corpus Christi.
Para concluir este artículo adjuntamos una fotografía de uno de dichos altares que presidieron junto a la Cruz de Guía de la Cofradía y que, en su día, fue instalado en la Fuente de Arriba.